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Por Vicky Puga
En este trabajo, haré aterrizar a través de mi vida, los conocimientos, aportes y experiencias
entregados en el diplomado Terapias y Saberes Femeninos de la Escuela Alteridad, de los efectos del miedo en la vida de una mujer, es decir en mi vida, yo. Del miedo que surge en la familia y que hace estragos en nuestras vidas de niña, mujer joven y adulta.
El miedo lo comencé a sentir desde muy pequeña, desde muy temprana edad, en mi vida familiar,
una familia pobre, de barrios pobres, con una madre esforzada, pero ignorante en el sentido de la
educación formal. Mi madre fue una muy mujer miedosa, tímida pero muy luchadora, que tuvo
que trabajar desde muy joven en el campo, casi de niña. Tenía muchos hermanos, siendo ella la
única mujer, fue víctima de una madrastra muy castigadora, autoritaria y muy patriarcal debido a
su educación y familiar conservadora, que la obligaba a realizar labores del campo desde muy niña
y labores de casa, lo que no le permitieron estudiar. El padre, también debido a su educación de
campo, era muy castigador con todos los hermanos y también con ella, añadiéndose al castigo
materno en el caso de ella, por ser mujer.
Debido a este maltrato constante, mi madre huyó de la casa, con apenas 15 años a cuestas, comenzando a trabajar como empleada doméstica en una casa de familia adinerada, sin horario definido, prácticamente esclavizada, sin recibir pago alguno, más que solo la alimentación y vestuario, pues antiguamente ese era el pago, para una mujer pobre, joven y sin educación. El miedo a la incertidumbre no le permitió por algunos años salir de ahí. Después tuvo otros trabajos, siempre de empleada. Esto sumado a su miedo e ignorancia nunca le permitió regresar con su familia de origen. Tuvo una pareja, siendo ella muy joven, relación de la cual tuvo a mi hermano, pero su pareja murió en el terremoto de Chillan, quedando a la deriva, debiéndose emplear ahora puertas adentro con su hijo pequeño, en una familia de buenos recursos.
En esas instancias unos cuantos años después, conoció a mi padre un hombre educado, mucho mayor que ella, separado, que tenía como vicio el alcohol, el ser mujeriego y un hombre machista y muy violento con ella y son su hijastro, mi hermanastro. Esto fue lo peor que le pudo pasar a mi madre, pues mi padre era muy celoso y la golpeaba demasiado, por cualquier cosa, lo se tradujo, en que mi madre perdiera toda su identidad como mujer y persona, se convirtió en una mujer muy miedosa, tímida y sin voluntad, cosa que yo percibí desde muy pequeña. El escribir esto me genera una gran tristeza y dolor, pues recuerdo su pesar, su tristeza, sus angustias y sus penas, que se reflejaban en sus ojos.
Ella me conversaba de su familia, siendo yo pequeña y de su deseo de poder reencontrarse con ella, pero nunca, debido a su ignorancia, pudo recordar cómo llegar donde ella, además que mi padre no le permitía salir. Tengo en mi memoria, las golpizas terribles que le infligía mi padre a mi madre, al punto de dejarla semiinconsciente en una de sus tantas borracheras. Yo siempre traté de defenderla, pero era
demasiado pequeña para poder ayudarla, y así fui creciendo, llena de miedos en impotencia por
no poder hacer algo por ella.
Mi padre debido a esto me humillada diciendo que yo no era su hija, además me castigaba manteniéndome encerrada, no me dejaba salir a la calle, para que no me juntara con hombres porque podía quedar embarazada, solo tenía 7 años. Cierta vez al conversar con un chiquillo de mi edad, mi padre me vio y me castigó duramente, hasta hacerme perder el conocimiento. Otras veces, la mayoría los castigos eran verbales tratando como una cualquiera, solo por conversar con muchachos. Yo debido a esto me revelaba y me escapaba de la casa, inclusive teniendo que dormir en árboles y en el techo de la misma casa, a la intemperie muchas veces.
Mi madre por el miedo que le tenía a mi padre, muchas veces huía de la casa, pero sólo con
mi hermana mayor, para protegerla, olvidándose de mí, dejándome abandonada en manos de mi
padre borracho, pensando creo yo, que no correría peligro, por ser muy pequeña, por lo que
siempre tuve que jugar a las escondidas de él. Yo sentía un gran odio por mi madre por ser tan
cobarde y miedosa y por dejarme abandonada a mi suerte. Como a la edad de 8 años fui violada
(aún me duele esta palabra), en una de las escapadas de mi madre en que si me llevó, cuando
pidió albergue en casa de una amiga que conocía, siendo abusada por su pareja, cuando yo dormía
junto a mi madre. Aquí se manifestó el terror en mi vida desde tan pequeña, con una madre que
tampoco me protegía y que apena podía con su vida.
Además mi madre por su ignorancia, sus traumas, complejos y sus miedos nunca me enseñó o habló de sexualidad, pues para ella todo esto era pecado, le tenía pánico al tema, yo nunca supe lo que era la menstruación, o como se embarazaba una mujer, como paría, pues ella me amenazaba que si me tocaba o abrazaba un amigo podía quedar embarazada. Esto me provocó desde pequeña un rechazo a todo lo que fuera mi cuerpo, y mucha vergüenza. Cuando tuve mi primera menstruación a los 10 años, no sabía que pasaba y me sentí sucia cuando mi madre me retó y me castigó por haber estado, según ella, con
un hombre sin entender yo a que refería, esto me hizo sentir muy mal.
Por esta situación empecé a trabajar desde muy pequeña, en labores de hogar y acompañando ancianas, dejándome mi madre con ellas, sin preocuparse de mí, siempre yo con temor a los hombres, sobre todo a los mayores, que siempre se me insinuaban en estos trabajos y cuando esto sucedía me iba del
trabajo, para no volver a vivir algo que me hiciera daño otra vez, es decir ya era una joven
temerosa e ignorante en el aspecto físico, en lo que se refería a mi sexualidad y muy traumada.
Debido a esto surgió en mí, una especie de rebeldía con respecto a todo lo que fueran reglas y
sometimiento, me empecé defender todo, en forma irracional, de todo los que pudiera hacerme
daño. Pololee muy poco y a los muchachos nunca los dejaba acariciarme por el temor que tenía y
así me dejaban o yo los dejaba. De mi padre a esa edad, pese a lo terrible que fue, me quedó su
rebeldía, aunque parezca contradictorio, su rebeldía contra las injusticias sociales, de las que me
hablaba, las pocas veces que no estaba ebrio, en que se convertía en otra persona un caballero.
Ese es, el único recuerdo valioso que me quedó él. Debido a que nunca tuve un hogar bien
constituido, es decir fui como una huérfana teniendo padre y madre, como a los 14 años, en que
no tenía un hogar ni techo donde vivir, pues vivía de allegada y me lo hacían sentir duramente, me
case un hombre mayor, de 22 años, pensando que tendría un hogar donde poder vivir y tener
tranquilidad, no lo quería y no sabía que esto era un requisito para casase, tampoco, entendía que
una vida matrimonial era dormir con un hombre, ya que yo aún todavía era y me sentía niña en
esa época, sólo quería jugar y tener una vida en paz, un techo donde vivir, pero sucedió todo lo
contrario.
El tipo no entendió y no le importó que yo fuera una niña, y mi vida se transformó en
otro infierno, quedando embarazada sin quererlo y sin entender su significado. Volvieron las
agresiones, las golpizas, el abuso y la tristeza, la pena y el empezar a ser mujer de esta forma tan
dura, odiaba al tipo por su maltrato y el de su familia materna, además que no me dejaba salir y no
quería que saliera con él por ser tan niña e ignorante para su familia, que era de clase media
siendo yo de origen pobre. El castigo por no estar enamorada de él fue duro, no me respetaba
como mujer, además desde el inicio del matrimonio siempre se quedaba fuera de la casa, tenía
otra vida paralela e hijos por fuera.
Debido a esto me refugié en la iglesia donde asistía a las misas y procesiones pues me admitían con mis hijos. Al poco tiempo, y ya en dictadura, empecé a participar en talleres de desarrollo personal, en la misma iglesia y me empecé a juntar con muchas mujeres, con problemas similares, con miedos, problemas de maltrato, y mucha cesantía en esa época, vivíamos situaciones muy complejas y duras tanto en la vida familiar como en la sociedad, pero siempre con temor a contar lo que vivía en mi casa y mi pasado de maltrato, pobreza y abuso, pues no confiaba en la gente ya que podían discriminarme, por el tipo de trabajo que yo realizaba, empleada doméstica, que era un trabajo mal mirado por la gente de la iglesia. Esto me llevó alejarme de la iglesia, por la discriminación de que fui objeto yo y mis hijos por mi trabajo.
Debido al ya definitivo quiebre del matrimonio, pues mi esposo (tampoco me gustaba esta
palabra) hace años que ya no aportaba económicamente a la casa, ni siquiera a sus hijos y
prácticamente no vivía en ella, tuve que aumentar las horas de trabajo, convirtiéndome en jefa de
hogar, lo que significó un gran desgastante físico y emocional, además que afloraron las angustias,
las penas, la soledad y los miedos no resueltos y que significó entrar en una profunda depresión,
como que la vida ya no tenía sentido.
Que me ayudó a salir de esto, la participación en organizaciones de mujeres pobladoras, en la
aprendimos que los problemas de cada una eran similares a todas, aprendimos a que como
mujeres teníamos derechos, que teníamos raíces, que no debíamos soportar el castigo físico ni
emocional alguno por de nuestras parejas, esposos, amigos y en el trabajo. Tuvimos talleres de
hiervas, que el diplomado me hizo recordar y profundizar, lo que hizo maravillarme de los
conocimientos que manejan nuestros pueblos y eran transmitidos por las mujeres a las
generaciones futuras, como lo hizo mi madre conmigo, lo que me hizo comprender la sabiduría de
estas mujeres, que pese a las situaciones adversas, son reproductoras y conservadoras de nuestras
culturas, antiguas y ancestrales.
La vida y las capacitaciones, como este diplomado, me han hecho entender que si bien los miedos
que arrastramos desde nuestra niñez y que son traspasados por nuestras madre y/o padres,
permanecerán con nosotros, de por vida en nuestras memorias, pero es nuestro deber, nuestra
obligación, cuando tomamos conciencia de ellos, sacarlos de nuestras vidas, transformándolos en
una fuerza de vida, para crecer como mujeres libres y hacer que estos dolores y penas no lo vivan
otras mujeres, en la forma como lo vivimos nosotros, si herramienta alguna, o por los menos que
tengan herramientas desde más jóvenes para sobrellevarlos y resolverlos en forma más temprana.
El estar con otras mujeres de distintos países y distintas culturas e historias de vida, es una fuente
de gran energía y sabiduría para mí, que permitieron darme cuenta que, el miedo, los sufrimientos
y sus consecuencias los sufrimos todas en una y otra medida, y en mayor o menor grado, que
estamos hermanada a través de él y también existe una energía que permite que todas nos
unamos para que juntas podamos salir de esto, al estar unidas y compartir nuestras experiencia y
a través del conocimiento que han aportado los maestros.
La experiencia aquí adquirida aquí, ha reforzado en mi la necesidad que tenía, de perdonar a mi
madre, a mi hermana, que siempre juzgue culpables de lo penoso y triste de niñez y de mi vida
posterior, de que ellas también fueron víctimas de una cultura patriarcal y de una situación de vida
extrema y dolorosa, que por su ignorancia y falta de ayuda no les permitieron romper con este
círculo de miedo y violencia.
De esto entendí que mucho de lo que soy o se ahora se lo debo a mi madre, como es el
conocimiento de las hierbas y la sanación natural, la relajación a través de los masajes y su
conexión con el universo, cuando ella entraba en una especie de trance, entonces tomé conciencia
que su ignorancia no era tal pero que al no tener una educación formal no tuvo las herramientas
para escapar de su opresión.
También pese a todo comprendí además, sin eludir su responsabilidad que mi padre también fue
víctima de un sistema, que lo llevó a comportarse como él se comportó, con su esposa y sus hijas e
hijo y con el cual no pudo romper y liberarse.
Gracias a este diplomado por la sabiduría, experiencia y conocimientos aportados por todos los y las
Guías del Diplomado y a Atahualpa por su dedicación. Conocimientos que estaré profundizando por
mi cuenta y enseñando a otras mujeres que rodean mi vida. Este es mi aporte y lo que descubrí y me hizo sentir este diplomado.
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