
atawallpa oviedo freire
Introducción
El estudio de las raíces culturales, religiosas y filosóficas de Occidente revela un entramado de discursos que han configurado las formas de pensar la divinidad, la naturaleza y la diferencia sexual. Tres tradiciones se erigen como pilares de esta configuración: las religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islam), la filosofía griega clásica y la racionalidad colonial que expandió estos modelos hacia el resto del mundo.
El presente ensayo busca analizar cómo estas tradiciones contribuyeron a:
Desplazar lo sagrado desde la inmanencia de la vida y la naturaleza hacia un plano trascendente y
sobrenatural.
Consolidar la misoginia como marco teológico y filosófico, responsabilizando a la mujer de los males de la humanidad.
Sentar las bases del dominio sobre la naturaleza, justificando posteriormente proyectos coloniales, extractivistas y patriarcales.
Finalmente, se abordarán los aportes de la crítica descolonial, que permiten repensar la espiritualidad y la filosofía desde paradigmas de la alteridad, especialmente las filosofías milenarias de Abya Yala.
I. El origen común de las religiones abrahámicas
- Abraham y el monoteísmo
Las religiones abrahámicas se reconocen en la figura de Abraham, patriarca originario de Mesopotamia, en la región hoy comprendida entre Irak e Irán. Tanto el judaísmo como el cristianismo y el islam lo consideran padre de la fe. Estas religiones comparten narrativas, símbolos y figuras proféticas que remiten a un tronco común.
El monoteísmo, sin embargo, es históricamente reciente: se consolida hace apenas unos 2.300 años, frente a las espiritualidades de millones de años de carácter animista, en las cuales lo divino estaba presente en cada elemento de la naturaleza. Como señala Eliade, lo sagrado se manifestaba en el agua, los árboles, las montañas o el fuego, constituyendo un mundo vivo y habitado por divinidades.
- Trascendencia y ruptura con la naturaleza
La novedad del monoteísmo fue situar lo sagrado en un plano trascendente y separado de la naturaleza. Dios dejó de habitar los ríos o los bosques, es decir, la vida, y pasó a residir en una esfera “celestial”. Este proceso, que Eliade denomina “desacralización de la naturaleza”, abrió el camino a un nuevo tipo de relación con el mundo: ya no sujeto sagrado, sino objeto a disposición del ser humano.
II. El desplazamiento de lo sagrado y la justificación del dominio
- La naturaleza como objeto dominable
El cristianismo, al interpretar el mandato bíblico de “dominar la tierra” (Génesis 1:28), legitimó una relación utilitarista y extractivista con la naturaleza. Lo que antes era Madre Tierra (Gaia, Pachamama, Tonantzin) se convirtió en “recursos naturales”. - La lógica de la conquista
La separación entre Dios y el mundo permitió también el surgimiento de un proyecto expansionista. Lo que era “pagano” —es decir, lo que mantenía lo sagrado en lo natural— debía ser destruido o sometido. Las conquistas medievales en Europa y, posteriormente, la colonización de América, se justificaron bajo esta lógica.
III. Misoginia en los textos sagrados
- La mujer como culpable
En el relato bíblico del Génesis, Eva es presentada como la responsable de la “caída” de la humanidad (Gn 3:16). El castigo divino incluye el dolor en el parto y la subordinación al varón. Este mito fundacional instaló una narrativa de culpabilidad femenina que ha marcado siglos de la cultura monoteísta de Occidente y del Oriente Medio. - El Talmud y la tradición rabínica
El Talmud contiene pasajes en los que se señala a la mujer como fuente de tentación, impureza o desorden (Boyarin, 1991). Aunque existen también interpretaciones que buscan resignificar estos textos, el marco general reproduce una visión patriarcal. - El Corán y su interpretación patriarcal
El Corán, en varios pasajes, reconoce la igualdad espiritual entre hombres y mujeres (33:35). Sin embargo, las lecturas patriarcales posteriores establecieron roles diferenciados de género que justificaron la subordinación. Investigadoras como Amina Wadud (1999) han mostrado cómo la exégesis masculina invisibilizó dimensiones igualitarias del texto.
IV. Misoginia en la filosofía griega clásica
- Aristóteles: la mujer como “varón mutilado”
En De generatione animalium, Aristóteles afirma que la mujer es un “varón mutilado”, incapaz de aportar forma en el proceso de reproducción, reducida a mera materia pasiva. En Política, la equipara al esclavo, justificando su subordinación por “naturaleza”. - Platón: ambigüedad entre apertura y exclusión
En La República, Platón reconoce que las mujeres pueden participar en la vida política. Sin embargo, en El Banquete limita el amor femenino al plano físico, negándole acceso al amor “celestial” reservado a los hombres. - La herencia patriarcal
De este modo, la filosofía griega canonizó la idea de que la racionalidad y la virtud pertenecen al varón, mientras que la mujer quedaba relegada a la esfera del cuerpo y la reproducción.
V. Crítica descolonial y lo sagrado en Abya Yala
La imposición del monoteísmo no solo significó un cambio religioso, es decir, de superposición de la espiritualidad natural por la religión sobrenatural, sino una estrategia de dominación colonial que pretendió despojar a los pueblos de Abya Yala de sus propias formas de relacionarse con lo sagrado. El colonialismo del poder se expresó también como colonialismo espiritual y epistemológico, negando el carácter divino de la naturaleza y desacreditando las filosofías de la alteridad.
Pensadores contemporáneos han resaltado que la descolonización no puede limitarse al campo político o económico, sino que debe abarcar también la dimensión epistémica y espiritual. En esa misma línea, Rafael Bautista plantea que la tarea de los pueblos de Abya Yala consiste en reconstituir la comunidad del sentido, reconectando la vida humana con la Madre Tierra como fundamento de la existencia.
Dentro de este horizonte, el pensador andino Atawallpa Oviedo Freire aporta una crítica radical al eurocentrismo y al cristianismo como matrices coloniales. En obras como Descolonizar el pensamiento andino (2019) y Sumak Kawsay: el retorno de lo sagrado (2021), Oviedo señala que la colonización no fue solamente territorial, sino sobre todo espiritual: consistió en “profanar a la Pacha” y desterrar lo sagrado a un ámbito sobrenatural, ajeno a la vida. Frente a ello, propone recuperar el Sumak Kawsay como horizonte, no solo como política pública, sino como espiritualidad enraizada en la reciprocidad con la Madre Tierra.
De este modo, la crítica descolonial desde Abya Yala nos muestra que el problema no radica únicamente en la misoginia de los textos monoteístas o en el racionalismo griego, sino en la matriz civilizatoria que separó lo humano de la naturaleza y lo divino de la vida. Recuperar lo sagrado en la Tierra se convierte en un proyecto de transformación tanto espiritual como política.
Conclusión
El análisis de las religiones abrahámicas y la filosofía griega clásica muestra que ambas tradiciones contribuyeron a establecer un orden patriarcal y antropocéntrico. El desplazamiento de lo sagrado hacia un plano trascendente legitimó el dominio sobre la naturaleza; la misoginia inscrita en textos sagrados y filosóficos justificó la subordinación de las mujeres y de lo femenino en general.
Frente a esta herencia, la crítica de la alteridad plantea la necesidad de resignificar la espiritualidad y la filosofía desde paradigmas relacionales, inclusivos y plurales. El desafío consiste en recuperar el sentido de lo sagrado en la vida y en la naturaleza, y reconocer a las mujeres y a la Tierra como fuentes de sabiduría y existencia.