atawallpa oviedo freire

Resumen
La Sacroterapia es una propuesta terapéutica, filosófica y espiritual que busca responder a la crisis civilizatoria contemporánea recuperando lo sagrado como principio ordenador de la vida. Frente a la fragmentación del conocimiento y al paradigma reduccionista de la medicina moderna, este enfoque plantea una visión integral que concibe al ser humano como parte de una totalidad cósmica y relacional.

La historia de la humanidad muestra cómo la espiritualidad originaria, ligada a la sacralidad del Cosmos, de la Tierra y de todos los seres, fue sustituida por religiones que desplazaron lo divino a un más allá sobrenatural. Ello condujo a la desacralización de la vida cotidiana y al dominio de paradigmas que redujeron al ser humano a categorías utilitarias, desvinculándolo de la naturaleza y de su propio poder interior.

La Sacroterapia, en cambio, propone un retorno a la sacralidad. Plantea una sanación multidimensional (cuerpo, mente, emociones, afectos, comunidad y cosmos), la reconciliación de polaridades (femenino/masculino, racional/energético, individual/comunitario), una espiritualidad encarnada en lo cotidiano y una conciencia cósmica que reconoce la interdependencia de toda la existencia.

Su originalidad radica en renacer desde los Andes y dialogar con tradiciones universales, aportando al mundo una visión enraizada en la memoria ancestral pero abierta al presente y al futuro. No se limita a importar modelos ajenos ni a ser una terapia más, sino que constituye un camino de resacralización de la vida y de restauración del vínculo que se extirpó con la Madre Tierra.

El sistematizador y promotor de la Sacroterapia es Atawallpa Oviedo Freire, quien, desde la filosofía de la alteridad y las cosmovisiones andinas, la ha formulado como un método integral para la sanación, la reconciliación y la transformación profunda de los seres humanos y de la humanidad en su conjunto.

En este sentido, la Sacroterapia se proyecta como un aporte inédito desde Abya Yala (América Milenaria) a un planeta urgido de esperanza, equilibrio y caminos de plenitud.

Introducción: la extirpación de la espiritualidad y su reemplazo por la religión

Durante milenios, los pueblos de la Tierra mantuvieron una relación de sacralidad con todo lo existente. El mundo era percibido como un espacio habitado por seres sagrados, divinos o dadores de vida: el sol, la luna, las estrellas y todos los seres de este planeta.

La palabra “dios” en castellano proviene del protoindoeuropeo deiwós, que significa “brillante, cielo”, en referencia a los seres luminosos. Así se hablaba del dios Sol, de la diosa Luna, etc. Era, en suma, un universo poblado por múltiples deidades y fuerzas vitales, tanto masculinas como femeninas.

La aparición de la agricultura marcó un punto de inflexión en esta relación. Surgida paralelamente en distintas regiones del mundo, produjo transformaciones diversas. En Mesopotamia, el auge agrícola generó excedentes que algunos dirigentes comenzaron a apropiarse y comerciar sin el consentimiento de sus comunidades. De jefes comunitarios pasaron a ser patriarcas enriquecidos, lo que dio origen a la propiedad privada y, con ella, a nuevas formas de dominación.

Este proceso, consolidado en Sumeria, inauguró un modelo inédito en la historia humana: el esclavismo. De un comunalismo ancestral se pasó a un sistema comunitario con esclavos, y luego a un régimen esclavista pleno. Los patriarcas se convirtieron en monarcas, mientras que los desposeídos y conquistados fueron reducidos a esclavos.

La expansión agrícola despertó el deseo de acaparar más tierras. Al inicio, esto era inconcebible: la Tierra era sagrada y no se podía “poseer” a la madre de la cual se provenía. La solución fue desacralizarla. Para ello, lo sagrado fue desplazado a un “más allá” sobrenatural, dando origen a la religión. La espiritualidad concreta fue sustituida por un imaginario religioso abstracto, lo que implicó la desaparición de lo sagrado en la vida cotidiana. De ahí se transitó hacia una existencia secular, vacía y destructora.

Hoy asistimos al retorno de la sacralidad, después de más de 2.500 años de desacralización. Es tiempo de traer nuevamente la divinidad a la Tierra y a la vida cotidiana, de recordar que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.

Las religiones nos hicieron creer lo contrario: que éramos simples seres humanos, despojados de divinidad, necesitados de religarnos con un dios distante. Ese paradigma nos condujo a la pérdida del poder interior, a la debilidad y a una vida marcada por sufrimiento, culpa y sacrificio.

El retorno de la sacralidad nos invita a superar esa visión fragmentada y dolorosa, para reconocernos nuevamente como parte de lo divino, aquí y ahora, en cada acto cotidiano.

Crisis de la civilización y su modelo médico reduccionista

La crisis de la civilización moderna ha puesto en evidencia los límites de los paradigmas occidentales dominantes, en especial del racionalismo cartesiano y del modelo médico reduccionista. El conocimiento fue fragmentado en disciplinas aisladas, reduciendo la experiencia humana a categorías utilitarias y tecnocráticas.

En este contexto, emergen propuestas desde la alteridad —lo no reconocido ni validado por la academia oficial— que buscan superar esta crisis desde perspectivas integrales y ancestrales. Entre ellas, la Sacroterapia se presenta como un camino de sanación, filosofía y espiritualidad que abre horizontes reales para la humanidad, más allá de modas o aventuras intelectuales.

El propósito de este artículo es exponer los fundamentos, implicaciones y aportes de la Sacroterapia, una propuesta renacida en los Andes que dialoga con tradiciones universales, pero que se enraíza en una epistemología integral. Su objetivo es recuperar lo sagrado como principio ordenador de la vida y ofrecer a la práctica terapéutica un horizonte que trascienda las reducciones biologicistas y psicologicistas del paradigma dominante.

Fundamentos filosóficos y epistémicos

La Sacroterapia se basa en un principio fundamental: lo sagrado es el eje ordenador de la existencia. No se limita a un fenómeno religioso ni a las religiones monoteístas. Recupera el sentido ancestral de lo sagrado como principio de unidad, totalidad y armonía.

En los Andes, las cosmovisiones conciben la vida como una red de interdependencia donde naturaleza, humanidad, espíritus y cosmos forman una totalidad inseparable. En este marco, la filosofía de la alteridad (Oviedo, 2017) resulta clave: sanar no significa eliminar ni liberarse del otro, sino reconciliarse con lo que nos falta, con aquello que nos constituye en nuestra propia incompletud. Transformarlo en conocimiento y amor consciente nos conduce a la sabiduría y al despertar del maestro interior en comunión con la divinidad en su conjunto.

Los cuatro ejes de la Sacroterapia

Sanación armónica y equilibrada: más que suprimir síntomas, busca restablecer el equilibrio vital entre cuerpo, emociones, mente, afectos, comunidad y cosmos.

Somos naturaleza: rompe con la dicotomía moderna entre ser humano y naturaleza; no somos entes separados, sino expresiones de una misma totalidad.

Dimensión de la totalidad: la comunión es central para reencontrar la unidad con todo lo que existe.

Conciencia suprema: la meta terapéutica es expandir la conciencia hasta reconocer nuestra participación en la vida cósmica, en relación reverente con el universo.

Implicaciones terapéuticas

Sanación multidimensional: cuerpo, mente, afectos, comunidad y cosmos como dimensiones inseparables.

Reconciliación de polaridades: integración de lo femenino y lo masculino, lo racional y lo energético, lo individual y lo comunitario.

Espiritualidad encarnada: una espiritualidad vivida en lo cotidiano, en la relación con la Tierra y los demás.

Dimensión cósmica y planetaria: sanar es contribuir al tejido planetario en tiempos de crisis ecológica y civilizatoria.

Diálogo con otros enfoques

La Sacroterapia dialoga con la psicología transpersonal (Grof, Wilber), con terapias holísticas como la Gestalt o la bioenergética, y con diversas corrientes espirituales. Sin embargo, se diferencia porque no importa modelos ajenos, sino que brota de la memoria ancestral andina.

Si la desacralización llevó a la cosificación, el desafío hoy es resacralizar: devolver a lo existente su carácter divino, traer al dios del cielo sobrenatural a la vida concreta. Se trata de pasar de la religión a la espiritualidad, reconociendo que todo es sagrado: no solo un templo, un libro o una cruz, sino la Tierra, los ríos, los animales y cada ser viviente. En esa conciencia, nuestro cuerpo y nuestro ser recuperan equilibrio, y con ello recuperamos la salud.

Una epistemología de la alteridad

La Sacroterapia rompe con el paradigma médico occidental que fragmenta y cosifica al sujeto. Frente a ello, busca totalidad y comunión, reivindicando el reconocimiento del otro como constitutivo del ser. Se enlaza con cosmovisiones universales que conciben la vida como reciprocidad y complementariedad, no como dominio.

Aportes y originalidad

La Sacroterapia ofrece un aporte inédito desde los Andes a un mundo enfermo de olvido y fragmentación. En un contexto de crisis ecológica y civilizatoria, representa un camino pedagógico, terapéutico y espiritual capaz de reorientar la relación de los seres humanos consigo mismos, con la comunidad, con la naturaleza y con el cosmos.

Su originalidad radica en articular filosofía, espiritualidad y práctica terapéutica en un horizonte de realización personal y colectiva. Se inscribe como una filosofía terapéutica, como lo practicaron los grandes maestros-sanadores de la humanidad.

Conclusiones

En síntesis, la Sacroterapia es una propuesta integral que responde a la fragmentación del conocimiento y a la crisis de la civilización monoteísta. Al recuperar lo sagrado como principio ordenador, abre un horizonte de sanación y comunión, real y profundo. No es una terapia más, sino la conexión y el despertar de la memoria de la humanidad puesta al servicio de este tiempo de gran crisis y caos.

Su fuerza radica en mostrar el carácter desacralizador de las religiones —especialmente las monoteístas— y en recuperar la relación sagrada con todos los seres. Nos invita a volver a ser íntegros, a dejar de sentirnos separados de la divinidad y a sanar el vínculo con la Madre Tierra.

En tiempos de devastación ecológica y concentración de poder, la Sacroterapia se revela como un camino de esperanza, reconciliación y transformación profunda.

Por Alteridad

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