
El Inca quiteño Atawallpa fue ejecutado un día como hoy, el 26 de julio de 1533 en Caxa Marka (Cajamarca), por orden de Francisco Pizarro y sus hombres. A pesar de haber aceptado entregar un cuarto lleno de oro y plata a los españoles a cambio de su libertad, Atawallpa fue sometido a un juicio sumario y condenado a muerte por supuestamente ordenar la muerte de varios españoles y por rebelarse contra la autoridad española.
La Captura y el Juicio
Atawallpa había sido capturado en noviembre de 1532 por las fuerzas de Pizarro, que habían llegado al Tawantinsuyu con el objetivo de terminar con la Nación Incaica. Después de un juicio sumario, Atawallpa fue condenado a muerte, a pesar de haber cumplido con su parte del trato y entregado el tesoro prometido.
La Ejecución
La ejecución se llevó a cabo mediante garrote vil, un método de estrangulamiento. Después de su muerte, su cuerpo fue enterrado en la iglesia colonial de Cajamarca, aunque algunas versiones sugieren que fue trasladado posteriormente a Quito, su lugar de nacimiento.
Consecuencias
La ejecución de Atawallpa marcó el fin del Sistema Incaico y el inicio de la colonización española. Este evento histórico tuvo un impacto significativo en la historia de la región y cambió el curso de la cultura y la comunidad andina. La invasión española trajo consigo la imposición de una nueva religión, lengua y cultura, lo que tuvo un profundo impacto en la identidad y la forma de vida de los pueblos andinos.
El Retorno de Atawallpa
Después de su asesinato, los pueblos comenzaron a hablar del retorno de Atawallpa, o el retorno del Inkarri. Se considera que en este tiempo ya se ha dado su retorno en el sentido de que hay un renacer y un despertar de la espiritualidad andina milenaria. Aunque la mayoría de los pobladores andinos actualmente son cristianos, paulatinamente va floreciendo nuevamente la espiritualidad andina, lo que representa el regreso de Atawallpa y de todo lo que él representa, es decir, el renacer de la cultura andina precolombina.
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